Como una chica muy activa, a mi corta edad siempre he sido una persona muy soñadora y con muchas expectativas a lo que sería mi propia vida. La planearía para que no hubiese error en ella. Que sin fallar o sin esfuerzo mi vida tomase el rumbo que yo quisiera. Pero ¿Por qué empecé yo a hacer esto? ¿Por qué habría de hacerlo si ya alguien plantó y edificó un camino para mi? Siempre he sostenido la idea de que a los seres humanos nos obsesiona el saber que vendrá, con quien me casaré o que haré de aquí a 5 años. Podría usarse la palabra "Terco" y más viniendo de mi. Pero ¿Qué pasa cuando llega ese momento de volar y en vez de eso, con alas estiradas, caemos en un hueco donde no ves aún el fondo? ¿O ciegos en ambición chocamos con esa pared que se alza potente ante nosotros?
Esos momentos en los que nos damos cuenta poco a poco, o de repente que no vamos a lograr lo que anhelábamos. Lagrimas salen desvergonzadas por nuestras mejillas, como con cada pared soltamos un sueño, un globo que un día de pequeños nos dieron y ahora se te ha escapado de entre las manos.
¿Por qué seguía insistiendo cuando sabia que por ese lado no era? Tal vez son muchas preguntas para el pensamiento del día de hoy, pero quería compartir con ustedes que esas paredes alzadas con firmeza, un obstáculo aparentemente ante mi, era solo el camino que Dios me trazaba paso a paso.
Eso no quiere decir que sea fácil, lo hacemos difícil, "Solo sigue derecho. Solo mira a un objetivo" dice el Señor, mientras que rabiamos, lloramos y justificamos el por qué anhelábamos lo que anhelábamos, explicándonos una y otra vez en donde estuvo el error de nuestro maquinado plan.
Y si no te armas de fuerza y valor, tal vez la frustración venga como viento feroz a hacerte sentar sin pensarlo, a tumbarte, creyendo que tienes más planes de reserva.
Sin previo aviso llegó el momento en que mis planes de reserva se acabaron, desperté un día haciendo cosas de rutina, teniendo una vida que no me gustaba, completamente fuera de lo "esperado", me aterraba, asustaba y petrificaba no saber que sería de mis días, o con la posibilidad latente de convertirme en una persona que no me gustara, haciendo miles de preguntas todo el tiempo, tratando de resolver esta incógnita de que seguiría con otro paso más, otro segundo más transcurrido.
Sin embargo, es aquel tu segundo de reflexión y posible rendición, donde no ves más que hacer que mirar arriba, y decir: No puedo más.
Toma una respiración, alza tus manos y di: Hey, ¿Que tal si nos detenemos un poco?
Dejemos todo esto. Dejemos de machacar el problema, alejarnos un paso para poder mirar mejor lo que esta en nuestras narices y tomar la mano del que siempre esta con nosotros, voltear a mirar a Dios y decir: ¿Qué te parece? No sé en serio como pasar por aquí, o como arreglar esto, solo tú me puedes ayudar y decirme que debo hacer.
¿Por qué puede ser tan complicado dejarnos sorprender de la vida? Respirar profundo y pensar que la vida tomara el camino que habrá de tomar.
A veces es mejor sorprendernos con las pequeñas cosas que aparecerán de repente en nuestro camino. A veces las cosas no salen como esperábamos y está bien no siempre estar bien. A veces nuestras expectativas simplemente no cuadran con el propósito que Dios tiene para nuestra vida.
El Hno. Branham decía que si ud. quiere escuchar a Dios reír dígale sus planes. A veces nos enamoramos de alguien que sabemos no es para nosotros. Pero ahora en esta noche solo me acuerdo de lo que me citó mi pastor al momento de que acudí a él: "Estad quietos y conoced que yo soy Dios" Salmos 46:10
Ahora creo es mi escritura favorita.
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