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¿Has notado la hermosa vista que te encuentras mientras viajas en autobús hacia un destino?, ¿el majestuoso paisaje que observas desde una ventana del avión cuando el sol está ocultándose en su ocaso mientras sus colores se reflejan en las nubes?, o el más hermoso amanecer que miras desde el balcón de tu habitación?, cada vista es especial a su manera porque depende con los ojos que la mires y desde el ángulo que la aprecies; algo así es la vida y todas las aventuras que con ella trae, cada despertar es una nueva hoja en blanco que aparece frente a nosotros esperando escribir cada capítulo de la mejor manera, pero que no siempre es así porque a veces miramos la vida desde el ángulo equivocado.
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Cuando era niña soñaba con ser profesora de idiomas y ejercer mi profesión cuando creciera, ya tenía una vida idealizada con tan solo 9 años soñando ser una gran maestra, pero no fue así, la vida me llevó a estudiar carreras administrativas, tema muy lejano a lo que había soñado de niña o lo que me idealicé mientras crecía, y esto se debe a que en la ciudad donde vivo no se ofertaba esta carrera, y al no poder viajar fuera de la ciudad decidí estudiar administración y luego me especialicé en ese rama y mis trabajos se han relacionado directamente con mi carrera.
Muchas veces me sentí triste porque no era lo que esperaba, desde mi ventana veía mi sueño desvanecerse y me preguntaba a diario ¿por qué estoy viviendo una vida que es contraria a lo que deseaba en mi niñez?
Estaba mirando todo gris desde mi ángulo, no veía positivismo y nada me entusiasmaba porque estaba enfrascada en lo que quería y no empezaba a disfrutar lo que tenía delante, solo veía nubes negras cargadas de agua desde mi ventana y no apreciaba el hermoso paisaje lleno de gotas que caían suavemente anunciando una fresca brisa, no lo podía ver porque estaba mirando desde el lugar incorrecto, era difícil reconocer la majestuosidad del paisaje desde ahí.
Después de varios años, después de entender el propósito de Dios en mi vida y por qué me ha traído hasta aquí, puedo decir que, si cambiaba mi vista, si veía desde otro lugar podía entender que mi vida era perfecta, que el plan de Dios estaba cumpliéndose en mí, que todo era parte de un propósito eterno y que era necesario cambiar de sitio para disfrutar el hermoso paisaje que tenía frente a mí.
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Esto me recuerda a la historia de una pequeña niña que creció en un orfanato y su tiempo de adopción estaba llegando a su límite, desde su ventana parecía que nada ocurría, que los días pasaban sin esperanza de poder ser parte de una familia y sentir el calor de unos padres amorosos.
Cierto día la niña caminaba por el pasillo central del orfanato y accidentalmente aplastó su dedo meñique con la puerta, provocándole un dolor profundo, pero más que dolor físico era dolor del alma al sentir que su vida se desmoronaba y que desde su ángulo solo veía nubes grises, el dolor era su única compañía, no había un día que pudiera ver el sol.
La pequeña niña no entendía nada de lo que pasaba en su vida y menos entendió por qué tuvo que sufrir ese pequeño accidente, pero la respuesta tan simple llegó después de varios meses cuando una pareja la adoptó; ellos decidieron ser los padres de la pequeña cuando la vieron aquel día llorando porque se había golpeado el dedo, ellos estaban en la oficina central esperando adoptar una niña y cuando la vieron no pudieron sacarla de sus pensamientos.
Si la pequeña hubiera mirado su dolor desde la ventana correcta hubiera sentido paz y esperanza en su corazoncito, pero en ese entonces ella solo miraba oscuridad desde donde estaba, no entendía que era necesario cada proceso y cada situación ya que la estaban llevando hacia su destino perfecto.
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Si sientes que cada día que pasa el sol no brilla en tu ventana, las flores no se tambalean al compás del viento y los pájaros no cantan, es porque estás en el lugar equivocado mirando pasar el tren de la vida desde donde no debes porque la vista será terrible, te animo a que intentes cambiar de ángulo, que cambies de lentes si es necesario pero no te rindas, la felicidad está ahí detrás de ese vidrio que te impide verla, está del otro lado de las rejas que no te dejan mirar bien, están esperando ser contempladas por ti desde el lugar correcto.
Agradece cada día las bendiciones que Dios pone en tu vida, los amigos que te envió del cielo para hacerte compañía, la familia que te regaló para sentirte amado, y las maravillosas vistas que tienes frente a ti pero que no estás disfrutando porque no te encuentras en el lugar preciso.
No es el día malo, son los ojos con los que estás mirando y la pluma con la que estás escribiendo el capítulo de tu vida que te impiden ver lo maravilloso que es despertar cada mañana y saber que seguimos vivos cumpliendo el propósito de Dios en nuestras vidas.
Deseo que encuentres el ángulo perfecto y la ventana correcta para empezar a mirar desde donde estás todo lo que trae el nuevo día.
Desde aquí, desde mi ventana te envío muchos abrazos.
¡Dios te bendiga!
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