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Dios premia tu sinceridad.

Foto del escritor: Karen Stefanny JamaKaren Stefanny Jama

Dios obra de maneras extraordinarias y maravillosas que a veces nuestra mente finita no logra entender, pero que nuestro corazón a ciencia cierta sabe que sus planes son perfectos y no hay lugar para temer, aunque nuestra razón diga lo contrario.

Hace algún tiempo tuve la oportunidad de conocer a la Hermana Ana, una mujer esforzada y valiente que pone al Señor Jesucristo por delante siempre, confía en Él con todo su corazón y ayuda a las personas a su alrededor a conocer a Dios a través de su testimonio. Ella es imparable y luchadora y hoy quiere compartir un testimonio con nosotros de cómo Dios premia la sinceridad.

Desde hace algún tiempo tenía en su corazón el deseo de compartir una revelación que El Señor le había dado años atrás y que atesoraba en su corazón, y piensa que ahora es el momento que Dios le ha otorgado para compartir lo que ha guardado como un precioso regalo.

Ella nos cuenta que muchas personas le preguntan por qué su rostro se ve tan relajado, sin pista de cansancio a pesar de sus años, puesto que la hermana muestra un rostro juvenil y lleno de vida, y uno de sus secretos es que ella no se enoja, aplicando la escritura que el corazón alegre hermosea el rostro y que no hay necesidad de enojarse cuando Dios tiene el control de todo.

Cierto día una sobrina muy cercana a ella le dijo: tía te odio, al leerlo lo primero que pasó por la mente de la hermana Ana fue que quizás su cuñada estaba enojada porque ella siempre le hablaba del Señor y de las maravillas que Él hacía en su vida, y lo único que ella le contestó de regreso a ese mensaje tan hiriente fue: está bien Génesis, yo te amo, frente a esta respuesta su sobrina bajó las armas y le dijo: Tía, yo también te amo, solo era una prueba para saber qué reacción tendrías.

El apóstol Pablo dijo que somos cartas leídas, lo que significa que nuestro testimonio tiene que hablar más fuerte que nuestras palabras, no solo es decir soy Cristiano y nuestro ejemplo termina siendo lo contrario, porque alguien nos estará mirando, como fue el caso de la hermana Ana, quién tuvo la mejor reacción frente al mensaje de su sobrina, quizás ella pudiera haberse enojado porque un miembro de su familia no la amaba como ella quería, pero al contrario, ella siguió el ejemplo de Jesús, amó con su corazón y respondió con mucho amor. En proverbios nos dice que la palabra amable calma el enojo, no llevando a crear una contienda sino amando en todo tiempo y respondiendo con sabiduría, demostrando que no solo creemos en Dios, sino que mora en nosotros.

Cierto día la hermana Ana se encontraba escuchando un mensaje del hermano Branham y en ese momento el profeta de Dios empieza a narrar la historia sobre aquella vez que no contestó el teléfono y que al no hacerlo porque había mentido, no pudo orar por un bebé que se encontraba enfermo, en ese momento sintió reprensión en su corazón por haberse negado frente al teléfono. Este testimonio del hermano Branham impactó en gran manera la vida de la hermana Ana, porque sintió que Dios estaba hablándole a su corazón sobre la importancia de la sinceridad para que podamos ir a Dios con corazón limpio en oración y hablar con Él.

Un día la hermana recibió un mensaje de texto el cual no contestó, y durante la noche su actitud frente al mensaje impedía que ella conciliara el sueño, sentía condenación en su corazón y era como una voz que le recordaba que leyó el mensaje, pero no lo contestó, aun cuando podía hacerlo. Puede parecer algo muy simple para nosotros el no contestar un mensaje cuando tuvimos el tiempo necesario, pero en las cosas más pequeñas Dios está moldeándonos y puliéndonos como joyas preciosas, y para la Hermana Ana el escuchar al profeta de Dios contando su testimonio y como no pudo acercarse a Dios cuando sabía que no había sido sincero, fue un cambio en su vida, desde aquel entonces decidió ser sincera siempre, aun en lo más simple, porque ella quería ser transparente frente a Dios.

La hermana Ana se dio cuenta que no estaba obrando de la mejor manera cuando tenía una necesidad y no pudo orar a Dios, no pudo acercarse a Él a pedirle que escuchara su oración y de rodillas le dijo a Dios: Señor perdóname y ayúdame a ser honesta y sincera contigo, de ahora en adelante voy a contestar los textos y llamadas. Después de aquella sincera oración todo cambió para la hermana, sintió que podía orar con confianza y pedir cualquier cosa, eso ayudó y alentó a la hermana Ana a ser una persona honesta siempre, dentro de su ser ella sentía que ya no podía fallarle a Dios, sabía que Él la observaba siempre, y sintió que desde entonces todo cambiaba a su alrededor, sabía que la sinceridad ya era parte de su vida y que ahora podía tener plena confianza con Dios, podía acercarse a Él sin temor alguno, aun en su trabajo sentía paz y tranquilidad. Una de las escrituras que ayudó mucho en su vida fue San Juan 15:16, que nos dice: No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

La hermana Ana tenía certeza en su corazón que Dios quería que ella produjera los frutos de una verdadera cristiana para que todo lo que ella pidiera en su nombre, Él lo concediera, porque el acercarnos a Dios con corazón sincero produce una estrecha relación con nuestro creador.

Creemos en un Dios que cumple promesas, que acude a nuestro llamado y que cuida de nosotros siempre, a cambio nos pide un corazón sincero donde Él pueda morar y así testificar que somos hijos de Dios.

Nuestra hermana nos relata que ha visto a Dios obrar de tantas maneras en su vida, una de estas experiencias fue en su viaje a España cuando ella le oró a Dios y le pidió que su maleta la pusieran arriba del avión con ella, ya que generalmente en los pasajes económicos todas las maletas son enviadas a bodega y más si tienes los últimos asientos, generalmente nunca hay espacio, lo que representaba una pérdida de tiempo ir por la maleta después y un poco de temor porque los aeropuertos son grandes y tienes que hacer largas filas para reclamar el equipaje. La hermana ya había tenido la experiencia de que su maleta siempre era enviada abajo en la bodega, y esta vez quería que fuera diferente, aun cuando su pasaje era económico, así que en una oración le pidió a Dios que su maleta embarcara con ella.

Cuando estaba en la línea para abordar en el primer avión que la llevaría hasta su conexión, nuevamente había adquirido la fila 8, una de las últimas del avión, y en su corazón empezó a orar nuevamente para que su maleta no la enviaran a bodega, y mientras avanzaba la fila se dio cuenta que todas las maletas del grupo 8 estaban siendo enviadas a bodega, quizás la duda pudo haber entrado en su corazón, pero ella se mantenía firme en que Dios respondería su oración y su plegaria, aunque pareciera sencilla, Dios siempre llega al rescate cuando lo necesitamos, y para la hermana era importante que su maleta no fuera enviada a bodega. Cuando finalmente llegó el turno de la hermana Ana, la persona que estaba etiquetando las maletas que irían a bodega le dijo a la que embarcaba los pasajeros: esta maleta que pase, está bien, suba con ella; finalmente el deseo de su corazón fue cumplido, y no solo ahí, en las demás conexiones sucedió lo mismo a pesar de tener las últimas filas, ella llegó con su maleta como lo había querido.

Las maravillas de Dios en la vida de la hermana Ana no terminan ahí, decide contarnos un testimonio más cuando uno de sus nietos nació y tuvo que viajar a Virginia, otro estado diferente al que ella vive por lo que tenía que viajar en avión para llegar a tiempo, y una persona para la cual la hermana trabajaba le compró el pasaje con su tarjeta y ella le reembolsaba en efectivo. Las especificaciones de la hermana Ana era que la compra tenía que ser en la aerolínea priceline que es la más económica, pero que hay un riesgo de que los pasajes sean cambiados de fecha o de hora y que muchas veces tenían que estar por largas horas esperando en el aeropuerto, algo que no le importaba mucho a la hermana Ana porque ella sabía que Dios la cuidaría y no permitiría que su pasaje fuera cambiado, y estas mismas palabras le repitió a su clienta, la cual la miró confundida y se rio, quizás dudando.

Al regreso de su viaje, ya en el aeropuerto le comunican que le han enviado un e-mail informándole que su pasaje fue cambiado, pero como su clienta fue quién compró el pasaje ella había registrado sus datos y olvidó notificarle a la hermana Ana acerca del cambio; así que frente a esto la hermana dijo en su corazón: Señor Jesucristo yo le dije a esa persona que tú me ayudarías, ahora por favor ayúdame.

Esta escena me recuerda a los jóvenes hebreos que habían testificado de Dios y se habían parado por su palabra sin importar el castigo, y fueron enviados a un horno de fuego ardiente, sin temor alguno ellos confiaron en Dios, en que los rescataría de ahí, ni por un momento dudaron o tuvieron temor de que morirían quemados porque ellos sabían en quién habían creído y de quién habían testificado. La biblia nos dice que ellos fueron rescatados de aquél horno y que en medio de las llamas Dios estuvo protegiéndolos porque eran sus escogidos; si tan solo pudiéramos tener esa fe de decir en medio de la prueba: Dios ayúdame, tú lo prometiste, yo he testificado de ti no me dejes avergonzado, y sabiendo en nuestro corazón que hemos sido sinceros, Dios vendrá a nuestro socorro porque así lo ha prometido, no dejes que el diablo te espante haciéndote creer que estás hundido en el problema, tenemos alguien más grande entre nosotros que apaga incendios, que abre el mar en dos para que su pueblo camine, que detuvo el sol, que detiene tormentas, un Dios que puede hacerlo todo, pero que a cambio solo pide un corazón sincero.

Volviendo al relato de nuestra hermana Ana, ¿qué creen que sucedió? Pues Dios fue a su rescate, déjame te cuento el desenlace. Ella tenía previsto llegar el domingo en la noche para el día siguiente iniciar sus labores normales, pues tenía que trabajar con la mamá de su clienta, y para esto la señora ya sabía que la hermana Ana había perdido su vuelo así que pensó que no llegaría el lunes a trabajar, pero como nuestro Dios siempre está atento a nuestras necesidades y sabía que nuestra hermana lo necesitaba, le dio lo que ella le pidió. La hermana se acercó a la aerolínea y le dijeron que tenía que esperar si alguien cancelaba para que ella pudiera embarcarse. Mientras ella esperaba, en su corazón seguía orando; después de varios minutos le dijeron que había un espacio disponible para ella en otra aerolínea y no solo eso, sino que viajaría en primera clase.

Estas pequeñas experiencias en la vida de la hermana Ana han hecho que ella sea completamente sincera con Dios, dando los frutos de ser una verdadera cristiana e impactado la vida de quienes la rodean, siempre preguntándose, ¿cuál es su secreto? Pues simple y sencillamente, es una vida de sinceridad, no con los hombres sino con quién pagó su deuda en el calvario y quién ha hecho tanto por ella, El Señor Jesucristo.

De ahora en adelante cuanto te llegue un mensaje y te veas tentado a no contestar, piensa que Dios te está mirando y en lo más simple e insignificante podemos demostrar cuánta sinceridad hay en nuestro corazón.

Espero que este testimonio haya sido de bendición para ti como lo ha sido para mí.


Gracias hermana Ana Muñóz por compartir este testimonio con nosotros.

¡Dios te bendiga!

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