Durante este tiempo tan difícil por el que todos estamos atravesando, en donde la duda y la incertidumbre se han vuelto parte de nuestro diario vivir ya que no sabemos qué sucederá mañana, en unos meses o en un año, han sido tantos los momentos tristes que muchas veces se nos ha olvidado lo que ha hecho o hace Dios por nosotros a diario.
Sé que teníamos planes, sueños y actividades pendientes por hacer, pero lamentablemente no sucedieron porque la vida nos cambió por completo sin previo aviso, como cuando estudias para un examen y de pronto las preguntas son todo lo contrario, ¿cómo reaccionamos frente a eso?, simplemente miramos la hoja, nos reprochamos por no haber estudiado ese tema lo suficiente, y ante un intento fallido de responder entregamos el examen, sabiendo que la calificación será baja.
De la misma manera nos ocurrió al enterarnos que un nuevo virus estaba esparcido por todo el mundo y que tiene consecuencias peligrosas, por lo tanto, todos confinados y como resultado frente a este cambio tan drástico nuestro ánimo empezó a decaer, sumado a la cantidad de falsas noticias que vemos a diario en las redes sociales, y aquí es donde el diablo empieza a trabajar en nuestra mente haciéndonos desviar la atención de Dios y de la forma que obra en nuestras vidas, olvidando las veces que fuimos rescatados de aguas profundas o de hornos de fuego ardiendo, las veces que solos en oración pedíamos consuelo y Él venía a nuestro encuentro, o cuando simplemente estábamos tan felices que mirábamos al cielo y decíamos gracias.
Las montañas de incertidumbre que hoy nos rodean nos impiden ver el amanecer y los desafíos que trae el nuevo día a la par de las nuevas bendiciones de parte de Dios, que durante este tiempo oscuro ha estado consolándonos en la tristeza, escuchando cada palabra que decimos desde el fondo de nuestro corazón cuando las lágrimas nos impiden hablar, abriendo caminos para nuevos comienzos o creando puentes donde no hay para que podamos cruzar, todo esto lo ha hecho para nosotros porque nos ama, pero la inseguridad de lo que le mañana traerá nos ha hecho olvidar quién nos ha sostenido durante todo este tiempo y las cosas maravillosas que Dios ha hecho en nuestra vida.
Hace algunos días escuchaba un podcast acerca de desafiar el gozo en tiempos difíciles, y una historia en particular captó toda mi atención, en la que un pequeño niño que había sido sometido a una operación de labio leporino quiso hablarles a sus compañeros sobre lo que Dios hizo por Él. Su nombre es Daniel, nació con una enfermedad que desfiguró su cara, por lo tanto, fue sometido a cirugía y aunque su fisionomía cambió después de la operación, la evidencia de la intervención aún estaba en su rostro y constantemente las personas hacían comentarios sobre los resultados.
Frente a estos, el pequeño era completamente inmune, lo único que respondía era: Dios lo hizo de esta manera, ¿cuál es el problema?; una respuesta totalmente acertada ante las críticas negativas que las personas hacían sobre la apariencia del niño. En su escuela se le pidió que llevara algo importante para mostrar a sus compañeros, Daniel muy entusiasmado por la participación que tendría frente a la clase, le dijo a su madre que quería llevar las fotos donde se muestra la desfiguración facial antes de la operación; su madre algo preocupada le dijo que no sería buena idea porque quizás podría sentirse avergonzado frente a sus amigos, pero el niño insistente le dijo: no, yo quiero que todos vean lo que Dios hizo por mí.
¡Qué acto tan valiente el de aquel niño al mostrarse frente a todos con la finalidad de resaltar lo que Dios hizo en su vida, sin importarle las burlas o críticas que recibiría, porque su gratitud era más grande que las circunstancias en ese momento!
¿Cuántas veces nos hemos quedado callados o nos hemos sentido avergonzados de mostrar las cicatrices de batalla por temor al qué dirán?, en lugar de mostrarlas como prueba de que alguna vez pasamos por valles de sombra y de muerte y de todo nos libró Jehová, que ejércitos vinieron contra nosotros, pero salimos victoriosos, que perdimos el control de nuestro barco, pero el más grande capitán vino a nuestro rescate, porque eso es lo que Dios hizo por nosotros en nuestros momentos de oscuridad.
Todas las eventualidades que suceden en nuestra vida son porque Dios así lo permite, nada es casualidad, todo está bajo un perfecto plan que nosotros no entendemos en el momento que suceden porque la duda viene más rápido que la fe.
¿por qué en lugar de temer no confiamos y decimos así lo quiso Dios?, ¿cuál es el problema?, no te aferres a lo “malo” que te sucede en ese entonces, mira más allá de eso y cree plenamente que Dios está al control, recuerda lo que ha hecho en tu vida y espera con alegría las cosas que vendrán porque serán muchas y luego recordarás las duras pruebas como una cicatriz de lo que Dios hizo por ti.
Si tienes experiencias que compartir con nosotros y contarnos lo que Dios hizo por ti puedes escribirnos en nuestras redes sociales, estaremos felices de leerte.
Abrazos reconfortantes para ti que estás pasando un duro momento y que crees que no hay salida, a ti que sonríes recordando las maravillas que Dios ha hecho en tu vida, a ti que te sientes solo, a ti que estás leyendo estas palabras.
¡Dios te bendiga!
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