El pasado deprime, el futuro asusta y el presente da esperanza; si entendiera el valor de vivir el hoy sin preocupaciones del futuro, tendría paz en mi corazón y no ansiedad por saber que es lo que traerá el mañana, con que me sorprenderá o a qué tendré que hacerle frente. Pero soy humana y acepto que no es fácil cerrar los ojos y confiar plenamente en aquél que me creó, aquél que me formó y que con su sangre compró mi libertad en la cruz. No es fácil porque me aterra lo desconocido, me aterra no tener conocimiento de que debo hacer hoy para que el mañana no me asuste; y si, mientras más lo pienso y lo analizo, más me invade el temor. No quiero vivir una vida siendo esclava del pasado que me deprime por las malas decisiones, por las oportunidades desperdiciadas y por las palabras no dichas en el momento oportuno, que retumban en mi cabeza a diario atormentándome y creando continuamente la frase “si lo hubiera hecho...”.
No quiero lamentarme por las cosas que pudieron ser porque malgasto energías, desperdicio tiempo y pierdo el arcoíris por contemplar las nubes cargadas de aguas. Y qué decir del futuro, lleno de incertidumbre, de zozobra y oscura sospecha sobre lo que pasará mañana.
Una duda que me desgasta y que no me permite disfrutar de algo tan hermoso llamado HOY. Pero que es el hoy aparte de una palabra conformada por 3 letras? El HOY es el regalo que a diario Dios nos da para disfrutar de lo que Él ha puesto en nuestro camino, no importa que tan grande o tan pequeño sea. El HOY, lo podemos mirar como H(hermoso regalo de Dios) O(otorgado a aquellos que ama y cuida a diario) Y( y que sin importar cuánto nos preocupemos, El ya tiene un camino provisto para nosotros).
Vive, pero vive feliz sin preocuparte por las cosas del mañana, hay alguien que vela por nosotros y tiene todo escrito, solo hace falta creer y confiar.
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